Valladolid Cofrade Semana Santa de Valladolid 2024

Datos técnicos y Glosa del Cartel de la Semana Santa de Valladolid 2019

Cartel Semana Santa 2019.jpg

DATOS TÉCNICOS

Por el Autor: Marcos Valdespino

Fotografía realizada a las 23:46 horas del día 21 de Marzo del año 2016, Lunes Santo, durante la "Procesión de Amor y Misericordia del Stmo. Cristo de Medinaceli", en la confluencia entre las calles de Cascajares y Regalado, momentos después de haber salido la Cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli de la Catedral tras realizar estación de penitencia en su interior y comenzar el regreso hacia su antigua sede de la Iglesia de los Agustinos Filipinos (sede de la cofradía hasta ese año).

Cámara: Nikon D90
Objetivo: Nikon AF-S Nikkor 18-200 mm 1:3.5 - 5.6 G ED
Distancia focal: 46 mm
Apertura: f/4.5
Velocidad: 1/4
ISO: 1600
Balance de blancos: Automático
Formato de imagen: JPG
Disparo a mano, sin trípode y sin flash

La imagen unicamente fue retocada digitalmente editando levemente los niveles de brillo y contraste



GLOSA DEL CARTEL

Realizada por la periodista Montse Serrador Velasco

Excelentísimo señor alcalde

Presidente de la Junta de Cofradías

Autoridades, cofrades, compañeros y amigos

Faltan 82 días para el Domingo de Ramos. Un día más para que se repita la imagen del cartel que este año anuncia la Semana Santa de Valladolid. Casi no hemos recogido el Belén, guardado el árbol y las luces, cuando ya empezamos a tomar carrerilla hacia nuestra Semana Grande, la que no deja indiferente a nadie, creyente o no, porque nadie puede ser ajeno a una ciudad que respira Pasión por sus cuatro costados.

Es nuestra seña de identidad, está en nuestro ADN, como ahora acostumbramos a repetir con demasiada frecuencia, y  en cuanto pasa el Día de Reyes, si no antes, en muchas casas de esta ciudad se enciende el piloto morado que avisa de que los días de la Pasión y Muerte de Jesucristo están cerca, aunque falten aún tres meses, como es el caso. No importa, ya es el momento de pensar en las procesiones de este año, en las cambios o modificaciones que se puedan introducir; en si hay que hacer hábitos nuevos, porque a los más pequeños ya no les valen, o pedir uno prestado a la Cofradía;

en apretar con los ensayos de las bandas, porque la salida procesional está a la vuelta de la esquina y aún hay que mejorar ese solo de trompeta o ese tambor templado que tanto emociona; en preparar a la ciudad para recibir a miles de visitantes y que regresen a sus casas   emocionados por los días que han vivido; en pensar en otras muchas actividades para que esos turistas encuentren una ciudad moderna y dinámica  y piensen, sobre todo, en volver; en….

Pero, sobre todo, no se nos olvide, es hora de pensar en preparar nuestro espíritu para revivir un acontecimiento que es la esencia de nuestra fe. Porque el envoltorio, el adorno y la escenografía la tenemos más que clara y dominada pero, muchas veces, demasiadas, los que vivimos desde dentro la Semana Santa, olvidamos que tenemos unas obligaciones y unos compromisos en nuestros comportamientos y actitudes como personas y como católicos y cofrades, aunque sea sólo como cofrades de acera.

A estas alturas, a tres meses vistas, todo está ya consumado, si bien para algunos, justo es reconocerlo, todo el año es Semana Santa, especialmente si se es “capillita”, estos seres humanos “extraños” que escuchan casi a diario, como si se tratase de un “hit” del momento, marchas de Semana Santa, aunque sea verano y estén sentados al borde de la piscina en un asfixiante mes de julio.

Prueba de que ya casi estamos en Semana Santa es que, en unos días, en nuestra ciudad aparecerán los carteles que anuncian la Pasión vallisoletana. “Valladolid. Pura maravilla de arte”. Y muestra de esa maravilla, de arte pero también de emoción y sentimiento, es la imagen que este año ilustra los diez días de Pasión, una fotografía de Marcos Valdespino Salazar, con un impresionante Jesús de Medinaceli encuadrado entre la torre de la Catedral y el cuerpo central de la Seo. El momento recoge la salida de la catedral durante la Procesión de Amor y Misericordia del Santísimo Cristo de Medinaceli,

la procesión de regla de la Cofradía del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli. Poco antes, los hermanos han renovado la promesa del primero de los sacramentos, con su Cristo como testigo, delante de la pila bautismal de nuestro templo mayor.

Hay que reconocer que, aunque la belleza de la imagen es incuestionable, no deja de sorprender que sea, precisamente, una talla vestida la que este año ilustre la Semana Santa de Valladolid. Nada que ver con la imaginería castellana de Juan de Juni o Gregorio Fernández, en cuyas tallas la sangre casi es real, los latigazos duelen y cada músculo es una clase de anatomía. No, nada que ver, o sí. Porque el rostro de Jesús de Medinaceli también llora, también suplica y también remueve en nuestro interior.

En la imagen de Marcos Valdespino –un habitual de las plantas de procesión para dar fe, cámara en mano, de los desfiles- Jesús de Medinaceli eleva los ojos al cielo y, con la boca entreabierta, pide clemencia. Un rostro bello en sus facciones y en su gesto, pero terrible en su dolor. Como la posición de sus manos, una sobre otra, atadas en sus muñecas y abiertas, como esperando ese perdón que nunca llegó. Y su ropa, ese hábito morado con adornos en dorado que, sin duda, es pura estética de Semana Santa.

Esta bella imagen es obra del escultor sevillano Juan Antonio Blanco, que la creó por encargo de la cofradía titular y fue bendecida en junio de 2012, hecho que se celebró con una procesión extraordinaria.

Jesús de Medinaceli no es la única talla vestida de la pasión vallisoletana. Otras tres desfilan por las calles de la capital del Pisuerga aunque ninguna de ellas participa de la Procesión General del Viernes Santo. Es el caso de la imagen de Nuestra Señora de los Dolores que, cada año, abre las procesiones de la Semana Santa el Viernes de Dolores en Las Delicias con el Vía Crucis de la Exaltación de la Cruz; o el Jesús de nuestra querida Borriquilla del Domingo de Ramos. También es imagen de vestir Nuestro Padre Jesús con la Cruz a Cuestas que sale el Jueves Santo en la Procesión de Oración y Sacrificio de la Cofradía de la Sagrada Pasión. Y, por último, la Virgen de la Soledad que portan los Franciscanos en la procesión de la Amargura de Cristo también el Jueves Santo.

Así mismo, es única la forma en la que el Cristo de Medinaceli es transportado durante la procesión. A costal, es decir, al estilo andaluz, no a varal como en Valladolid estamos acostumbrados, aunque bien es verdad que en otros puntos de la comunidad también utilizan este método, como es el caso, entre otros, de la vecina Ávila y su procesión de la Estrella.

Cuando en 2014 salió por primera vez esta procesión, la imagen de los costaleros debajo de la carroza llevando a Cristo  y su “levantá” al grito de “al Cielo con él” no pasó inadvertida para muchos. Los más puristas fruncieron el ceño pensando que se rompía con la esencia de la Pasión vallisoletana al introducir una tradición más propia de tierras del sur. Pero lo cierto es que en la Semana Santa, como en otras muchas cosas, cuando la expresión y el sentimiento son sinceros todo suma y, sin renunciar a nuestra esencia y a nuestras formas y estilo, sino  todo lo contrario, introducir elementos nuevos también es un síntoma de que nuestra Pasión es viva y dinámica. Será difícil que yo olvide aquel Lunes santo de 2014 cuando el Señor de Medinaceli descendía por la Bajada de la Libertad y sus cofrades portaban sus hachones inclinados reproduciendo una estampa hasta entonces desconocida en una ciudad que hoy ya ha incorporado con naturalidad  y cuyas celebraciones ha enriquecido.

Aquí no estamos acostumbrados a saetas ni a explosiones de alegría con gritos y palmas, porque nuestras procesiones, si por algo se caracterizan, es por su solemnidad, por su recogimiento y  por un silencio que sólo pueden romper las bandas de música y los canticos del pueblo fiel. ¿Quién no se ha emocionado, incluso llorado, cuando todos entonamos la Salve al terminar la Procesión General de la Pasión? Y así debe seguir siendo pero sin negar la entrada a otras formas de expresión que, al fin y al cabo, tienen el mismo fin: la representación de la Muerte y Resurrección de Cristo.

Y también es novedad este año, que la imagen que ilustra el cartel sea, precisamente, de la cofradía más joven de la Semana Santa de Valladolid, la del Discípulo Amado y Jesús de Medinaceli. Aunque su origen se remonta a 1950 y nunca estuvo aprobada canónicamente, en 1957 dejó de procesionar, hasta que en 1996 un grupo de personas se puso manos a la obra para relanzar la hermandad, cosa que se consiguió en 2011, cuando fue aprobada por el Arzobispado. Desfiló por primera vez en 2014  y se incorporó a la Procesión General un año después  con la talla de San Juan Evangelista, una obra de Pedro de Ávila del siglo XVIII.

Es la cofradía de los periodistas, sí,  llamada así por la advocación a San Juan Evangelista, el discípulo amado de Jesús, el cronista de la vida de Cristo, aunque en las filas de esta hermandad, a día de hoy, no hay muchos  locutores, gacetilleros, fotógrafos o presentadores de televisión. Sí es verdad que, entre los “lapiceros”, como así se conoce cariñosamente a los hermanos de esta cofradía por llevar como atuendo capa y túnica banca y capirote negro, está un ilustre periodista, escritor y amante de la Semana Santa como pocos, además de ser el último de sus pregoneros de la Pasión, Ángel María de Pablos.

También es cierto que no somos muchos los periodistas que nos reconocemos católicos, mucho menos practicantes. No son buenos tiempos para estas aficiones, entre comillas. Así que cuando el Discípulo Amado llegó, ya estábamos reclutados, de forma que, querido amigo Santiago Capote, hermano mayor del Discípulo Amado, habrá que buscar savia nueva.

Pero, aunque nuestro hábito sea otro, o ninguno, no estaría de más que los periodistas miremos hacia el Discípulo Amado, hacia San Juan Evangelista, y le pidamos que en estos tiempos complejos y convulsos nos ilumine, a nosotros y a los políticos porque, en definitiva, nuestra relación es indisoluble.

Que, a unos y a otros,  nos muestre el camino de la verdad, de la mesura y la moderación, del entendimiento y el consenso, que tanta falta nos hace ahora y en los tiempos más inmediatos que están por llegar.

Que este Jesús de Medinaceli, que sacude nuestras conciencias desde el cartel, y que veremos desfilar por las calles de Valladolid el próximo Lunes Santo, nos guíe en nuestra profesión también hacia el bien común y nos muestre una Semana Santa de paz, concordia y fraternidad en la que todos tengamos cabida, porque todos creemos en un mismo Dios.

Muchas gracias